lunes, 30 de abril de 2012

La conjura de los astros (de la pala).

Contadas son las ocasiones en las que se alinean los astros para que todo salga tan bien como pasó el 14 de abril de 2012, fecha para enmarcar. 
No sabemos si fue como recompensa a nuestros rezos o simplemente fruto de la casualidad, pero fue un día perfecto. También tenemos que añadir que con la calidad humana que había en esa reunión de amigos, un par de huevos fritos habrían sabido a pata negra. Como diría César: éramos más gente que personas.
No era, como en otras ocasiones, otra excusa cualquiera para juntarnos. Esta vez la reunión surgió como cierre y celebración de una temporada magnífica del C.P. Vallelado y C.P Pradillos con sus merecidísimos ascensos de categoría, enhorabuena!!!
¿Qué mejor manera que poner el broche de oro en el restaurante "El tejar"? Ése del que tantas veces habíamos oído hablar pero siempre nos habíamos quedado con la miel en los labios...
Pero esta vez iba a ser diferente, ya estábamos en Cardeñadijo. Allí nos esperaba "El tejar".
Lugar situado a pocos kilómetros de Burgos, con el acceso al restaurante un tanto complicado y con escaso aparcamiento.


Pero como dicen nuestras escrituras: el paraíso no está señalado con grandes carteles.
Antes de pasar al comedor, en el pequeño bar tiene una muestra de los moldes y utensilios que se usaban para hacer tejas y ladrillos en ese mismo lugar, que ahora estaba transformado en un acogedor restaurante.
Tiene un comedor amplio (recomendamos reservar) y otra pequeña sala conocida como la sidrería, donde, aparte de las barricas de sidra, están las brasas y el cocinero preparando los productos.
Antes de pensar qué comer es imprescindible que la sidra corra por las mesas. Es un autoservicio y es tan sencillo como acercarte a la barrica, coger un vaso, girar el grifo y tener mejor o peor puntería. Todo un detalle el que puedas degustar la sidra que quieras antes de comer.
Pero pasamos ya a lo que mejor se nos da, es decir, comer.
El plato estrella del lugar es, sin duda, el chuletón, pero es obligatorio probar alguna de sus muchas raciones antes de ese gran plato.
Da igual qué ración tomar, cualquiera merece la pena y no te dejará indiferente.
En esta ocasión degustamos 6 raciones antes de la carne y todo fue regado por un vino rosado frío que pasaba realmente bien.
La primera ración fue una magnifica morcilla de burgos. Cortada en rodajas no muy gordas y hecha a la brasa. Morcilla con mucho arroz, buen sabor y el toque de la brasa que siempre sube varios puntos.


La segunda ración, y una de las que más nos llamó la atención, fue el chorizo a la sidra. Lo sirven flambeado, en platos de barro y tiene un sabor realmente increíble. Perfecto.


La tercera ración, la que más nos sorprendió junto con el chorizo, fueron los riñones laminados a la plancha y con sal gorda. Nunca habíamos visto sacar tanto provecho a este producto. Bajo nuestro punto de vista, probar el chorizo y los riñones en este restaurante es obligatorio.
La cuarta ración, mollejas de cordero. Estaban muy buenas, pero no eran especialmente destacables ni sobresalían tanto como el resto de productos.
Quinta ración, tortilla de ajetes. Muy buena y jugosa, pero quizás en un día de menos apetito sería la primera de las que prescindiríamos junto a las mollejas.
La sexta ración normalmente es un segundo plato, pero en esta ocasión se pidió como ración, y si fuéramos 100 veces al restaurante, 100 veces que la pediríamos. Fueron unas magnificas cocochas de bacalao al pilpil realmente exquisitas. Tampoco es un producto que necesite mucha publicidad, pero en está ocasión, más que publicidad se merecían un monumento.
Llegados a este punto, el plato estrella hizo presencia en la mesa.


Unos magníficos chuletones que pasan primero por la brasa, luego son deshuesados y más tarde troceados.
Vienen acompañados de unos platos de barro calientes para que cada uno le de el punto final que quiera. La carne es de un sabor increíble, tierna como pocas y se nota al probar que es una carne ya hecha por lo sabrosa que es, sobre todo las piezas pegadas al hueso.


Ni mucho menos defraudó a las expectativas generadas.
Como colofón final, pedimos un variado de postres, donde lo más destacable fue la tarta de queso, sin ser éste el punto fuerte del restaurante.
El precio, nada caro para la calidad que da en todos y cada uno de sus productos.
Para que os hagáis una idea, el precio medio ronda entre los 25€ y los 35€, incluidas las raciones, chuletón, postre, vino y copa. No te quedarás con hambre.

Como conclusión, citamos una frase de Raúl que resume está experiencia: "Pero que a gusto se está cuando se está a gusto"


Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 9
- Cantidad: 9
- Calidad: 10
- Precio: 9

Valoración global: 9. Magnífico sitio para comer. Calidad increíble en todos sus productos y un precio asequible para el servicio que tiene y la calidad/cantidad que ponen. Si todo esto lo acompañas de buena gente se convertirá en una experiencia única.