lunes, 25 de julio de 2011

Carnes de Oro.

El restaurante "La Chuleta" tiene ya ganada una merecida fama por toda la zona de Navas de Oro y un gran reconocimiento por su buen hacer, sobre todo con las carnes.

Los que hemos ido y repetido muchas veces hemos visto el cambio que ha sufrido el restaurante tanto en apariencia, comodidades o servicio, pero nunca en calidad.
Si es la primera vez que vas, es casi obligatorio pasar por el pueblo de Coca (que está a unos 9 km) y visitar su hermoso castillo. Sino, puedes ir directamente a "La Chuleta" y comerte el chuletón de añojo a la brasa, que es su plato estrella.
Si tienes la ocasión repetirás (estamos seguros), y en ese caso puedes probar otras carnes como el solomillo o las chuletillas de cordero a la brasa. Unos platos muy sabrosos no sólo por la excepcional calidad de su carne sino, también, por el buen punto de cocinado que dan a todas las carnes.
Las piezas de carne no son excesivamente generosas así que aconsejamos pedir también alguna ración de primero. Cualquiera de sus estupendos revueltos, el pulpo a la gallega o las gambas al ajillo (espectaculares) son opciones totalmente válidas para acompañar a cualquiera de sus platos de carne.
Si se quiere algo realmente tradicional podemos probar el chorizo o las tajadas de la olla, aunque si elegimos acompañarlo con un chuletón quizá resulte demasiada carne.
A una buena carne no le puede faltar una de las ensaladas que nos ofrece la casa y, por supuesto, las patatas al ajillo. Estas patatas son un autentico manjar. Caseras, con sabor a ajo y exquisitas. Hasta el día de hoy no hemos encontrado nada que acompañe mejor a un buen chuletón.

Los postres son todos caseros y muy buenos. Destacan cualquiera de sus mousse aunque las natillas tienen también buena aceptación.

El servicio es amable, el lugar acogedor y la calidad extraordinaria.
No te defraudará aunque, por poner un defecto, los precios no son los más baratos de la zona.
De todas maneras, ¿quién no se merece algún homenaje de vez en cuando?

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 6
- Cantidad: 7
- Calidad: 9
- Precio: 6

Valoración global: 7,5. Carnes excelentes cocinadas en buena brasa. Variedad de productos (ensaladas, raciones, etc) aunque precio un poco elevado para no ser piezas de un gran tamaño.

martes, 19 de julio de 2011

Un lugar de otro tiempo.

¿Sabéis ese tipo de bar que tiene un encanto especial porque parece que no pasa el tiempo dentro de sus muros? Pues "Casa Mingo" es uno de ellos.

Es una taberna restaurante que podríamos situar perfectamente en Asturias pero con un ambiente donde se respira ese aire castizo tan típico de Madrid. Impresiona entrar y ver una gran pared repleta de botellas de sidra (una de sus especialidades), toneles de madera, bullicio, etc... Son esas cosas las que te transportan a otra época, otra manera de ver la comida e incluso la vida.
La taberna está siempre hasta los topes ya que sus pollos asados para llevar generan colas que llegan hasta varios números atrás de la Calle Florida.
La zona no es típica de tapeo, pero es recomendable pasar por ahí y dar un paseo por el Manzanares, la casa de campo o visitar la Puerta de Vicente situada enfrente de la estación de metro "Príncipe Pio".
Tiene especialidades típicas madrileñas (como los callos), aunque el bar tiene un aire asturiano (sidra, cabrales, cocido...) que no pueden negar.

Nosotros queríamos probar el plato que ha hecho tan famoso a este bar madrileño: el pollo asado a la sidra.
También probamos varias raciones para poder degustar platos y valorar la calidad de los mismos.
La ensalada no es un plato muy especial, se le dan mejor las carnes, carnes como el lacón. Mucho más bueno de lo que en un principio pensábamos. Buena carne y preparado con pimentón, al estilo gallego.
El chorizo a la sidra no era nada espectacular. Tierno y con sabor, sí, pero poco más.
El queso de cabrales estaba riquísimo. A nuestro juicio, la mejor ración de todas. Es muy fuerte, pero si realmente te gusta el queso debes probar una ración de éste para acompañar con un poco de pan. No te defraudará.
Y el plato fuerte, el pollo asado. Sinceramente nos esperábamos algo mejor dada la fama y el revuelo que despierta (sobre todo los fines de semana). El pollo está sabroso ya que lo asan a la sidra, la ración es grande, pero no tiene mucho más de especial.
El precio es un tanto elevado si vas a comer en mesa, aunque si tu elección es la barra, baja el precio considerablemente.
Aquí la tabla de precios.

Si tienes ocasión no puedes dejar de ver este precioso restaurante y por supuesto tomar una de sus típicas sidras o un buen pollo asado.

Ahora sí, mira el reloj y comprueba que ha pasado el tiempo; o no.

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 4,5
- Cantidad: 5

- Calidad: 6

- Precio: 5

Valoración global: 5. Precioso restaurante con varias raciones típicas que, aunque buenas, nada de especial. Hay muchísima gente, lo que hace que el servicio, con muchísimos camareros, flaquee un poco.

martes, 12 de julio de 2011

No sólo hay cochinillo en Segovia.

Patos, patos y más patos. En Samboal (y en toda la zona del Carracillo) los llaman "parros", aunque no deja de ser lo mismo.

Antiguamente había muchas lagunas y humedales por toda región en las que la gente de los pueblos se dedicaba a criar patos. Así que, de comer patos, algo saben.

Esta vez visitamos el Merendero Terencio. Un asador de patos situado en el pueblo de Samboal, en la ribera de un río, con mucha vegetación, pista de tenis... buen sitio para ir y gozar de un alegre fin de semana.
El merendero abre los fines de semana en invierno y toda la semana en verano. En esta época los fines de semana está siempre lleno así que es aconsejable reservar porque es difícil encontrar sitio entre tanta familia dispuesta a disfrutar del río y, cómo no, de la comida.
El sitio cuenta con un horno de leña peculiar ya que tiene una abertura en el centro por donde sube directamente el fuego de la leña, que está situada en una cavidad inferior, algo poco usual en los hornos tradicionales.
El dueño nos explicó los secretos en su manera de asar y las diferencias con otros asadores, aunque le guardaremos el secreto profesional, por supuesto.

Nosotros abrimos apetito con una ensalada típica, sin ningún misterio. Eso sí, nos resultó especialmente buena, siendo que solo tenía los tres ingredientes que no pueden faltar en una ensalada: tomate, cebolla y lechuga.
Entre vino y vino, fue cayendo la noche y poco después aparecieron los primeros patos en una típica cazuela de barro.
Éstos no tenían ningún acompañamiento, ni cebolla asada, ni manzana, nada. Solo pato. Buen pato.
El pato en sí está muy bien asado, con un adobo especial que le da un sabor característico.
En el horno pierde la grasa y se asa en su propio jugo mezclado con el adobo, así que queda la carne tierna y jugosa. La piel queda suelta y con muy buen sabor.


Es un plato generoso, con lo que no recomendamos comer más de medio pato por persona (como mucho).
De todas maneras, los días en los que no hay mucha gente en el merendero es posible que tenga varios patos asados o a medio asar para la gente que va llegando, así que es probable que te encuentres con un pato algo recalentado o reseco (o puede que no), por eso es mejor ir sábado o domingo porque no paran de entrar y salir patos recién asados de su típico horno.

El servicio es rápido y el precio asequible (22€ por pato). Las raciones y ensaladas son generosas y el sitio sin ningún lujo pero bonito.

¡Id y comed antes de que vuelen!

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 5
- Cantidad: 6

- Calidad: 7
- Precio: 6

Valoración global: 6.  Sitio bonito aunque no muy cómodo. Mucha cantidad. Bien asado.