martes, 29 de mayo de 2012

Tranquilidad y buenos alimentos.

Esta vez teníamos dudas de a qué restaurante acercarnos. Varias fueron las opciones, pero nos decantamos por "El Bodegón".
Está situado en el casco viejo de Huesca, muy cerca de la catedral. Tiene una cuidada decoración que nos traslada a una gran bodega (arcos, columnas...) en el que se está realmente cómodo y el ambiente es agradable (aunque el hilo musical no es del todo acertado para un restaurante).
Su especialidad son las brasas y el pescado, pero tienen una cuidada carta con diferentes platos en los que podemos pedir desde una simple ensalada a un plato mucho más sofisticado.
La opción de menú también es acertada porque tienen variedad, calidad y no es excesivamente caro.

El restaurante es acogedor y, aunque no parece muy grande, tiene bastantes mesas. Todas ellas entre las columnas de la gran bodega. Al fondo podemos encontrar un gran botellero donde se hayan decenas de botellas de vino, siguiendo con la temática del restaurante.
El servicio es atento, aunque no excesivamente.

En cuanto a la comida... Nos sorprendió gratamente. No pensábamos comer tan bien, aunque nos habían recomendado el restaurante en varias ocasiones.
Como es lógico tienen una variada carta de vinos. Nosotros nos hemos aficionado a un tinto joven del Somontano llamado "Sevil". Muy aromático y con sabor afrutado y, además, nada caro (unos 9-10€).
Para acompañar al vino elegimos de primero un "Hojaldre de verduras con gambones y mezclum".
El hojaldre quizá resulte algo seco de primeras, pero al mezclar todos los productos resulta muy bueno al paladar ya que no es nada grueso.


La carne de los gambones (bastante grandes, como podéis ver) estaba tierna y caliente, recién hecha. Y el mezclum de ensalada daba un toque fresco al plato con sabores como el albahaca, escarola o canónigos. Así pues, podemos decir que la mezcla era sorprendentemente buena, tanto en sabor como en temperatura.
Un plato el cual disfrutamos y comimos lentamente.

De segundo tienen gran variedad en carnes y, aunque sus pescados también son famosos, no tienen tanta variedad en éstos. Las brasas siempre le dan un toque especial al gusto de cualquier carne. No fue menos en nuestra "Paletilla de ternasco".
Estaba espectacular. El único "pero" es que quizá le faltaba un poco más de cocción en la brasa ya que la carne no se separaba bien del todo del hueso. Por lo demás... increíble.


La carne estaba jugosa, tierna y muy sabrosa, con ese sabor tan típico del ternasco. La carne exterior crujiente y bien apañada con aceite, sal y una pizca de ajo. Le acompañaba una simple patata asada y un pimiento del piquillo.
El sabor de la brasa le dio muchos puntos a este plato. Lo recomendamos.

Después de sorprendernos gratamente con la carne pasamos al postre.
Siempre hemos dicho que nosotros somos más de "chicha", pero bueno, cuando se come de carta uno siempre termina pidiendo postre. Sea lo que sea.
Esta vez elegimos unos "Barquillos con azúcar rellenos de crema con chocolate caliente".
Quizá éste fue el plato más flojo, no sólo por nuestra predilección por la carne sino porque, además de esperar algo demasiado en recibirlo, el chocolate no estaba precisamente caliente.


Esto le bajó puntos a lo que hubiera sido una comida perfecta. Aún así, el postre estaba realmente bueno, y más para los amantes de lo dulce.

Después tomamos nuestro café y reposamos lo que, a nuestro juicio, fue una velada CASI perfecta.
El precio está equilibrado con la calidad. Eso sí, si eliges de carta es posible que no bajes de los 30€. Algo que también puede echar para atrás a mucha gente.



Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 5,5
- Cantidad: 6,5
- Calidad: 7
- Precio: 6

Valoración global: 6,5. Lugar bonito, tranquilo y acogedor. Carnes a la brasa buenísimas. Platos muy buenos. Precio algo elevado y servicio no del todo atento.

martes, 15 de mayo de 2012

Arroz del bueno y sin pimentón, gracias.

No somos asiduos a las ofertas del tipo "cupón descuento", pero bueno, éste tenía buena pinta.
Era un menú con 2 entrantes, un plato principal (arroz caldoso con bogavante y nécora) y postre.
Algo que no podíamos dejar escapar. Y menos mal.
El sitio en cuestión es un restaurante valenciano especializado en arroces; "Vent a mar" es su nombre.
El restaurante está situado en el centro de Zaragoza, en una calle famosa por sus innumerables bares de tapas, tipo Calle Laurel de Logroño, salvando las distancias, que son enormes.
El lugar, sinceramente, es algo austero. No hay ninguna separación entre la barra del bar y el restaurante. Las mesas son algo pequeñas y las sillas un tanto incómodas. Incluso es posible que se te acerque algún amable vendedor callejero ofreciéndote relojes o pulseras. A nosotros no nos importa pero es algo que, a mucha gente, puede molestar. 
Como somos de buen comer, decidimos que lo mejor sería pedir alguna ración aparte del menú.
Nos aventuramos con unas gambas al ajillo y unas bravas caseras picantonas. 
La ración de gambas no fue nada especial y tuvo un gran fallo: no seguir la ley de las gambas al ajillo. Sí, esa ley que dice que se deben servir en plato de barro muy caliente y con guindilla. Y eso es así.
¿Las bravas? Nos entretuvieron intentando descifrar su ingrediente secreto: el pimentón. Pero nada más.
Antes de las raciones de nuestro menú nos pusieron un plato de pan tostado con pimentón y aceite. Bueno.

Más tarde no pusieron los entrantes del menú. Un plato de cazón en adobo casero (pimentón otra vez), enharinado y frito.
Se notaba que lo acababan de sacar de la freidora. No sólo por su temperatura, sino por su gran cantidad de aceite. En los fritos somos partidarios de dejar escurrir un poco el aceite para que no se coma el sabor del producto y guste más al paladar. Aún así, estaba realmente bueno. Era una carne tierna, sabrosa y sin espinas, aunque el pimentón empezaba a hartar (y aún quedaba...).
Después vino una fuente generosa de mejillones a la esencia de pimentón. Con mucho caldo (aguado), pero con buen sabor. Pasables.

Ahora viene el plato gordo. El arroz caldoso con bogavante y nécora. Aunque fijaos en la variedad que tienen...




Nos sorprendió muy gratamente. De hecho, podemos decir que es uno de los mejores arroces que hemos probado.
La cantidad era enorme. Una gran cazuela para tres, en la cual pudimos repetir 3 veces por persona. Sí, tres veces.
El arroz estaba delicioso. En su punto, caldoso pero sin estar demasiado líquido y con muchísimo sabor.
No escatimaron en ingredientes: gambas, mejillones, nécoras, bogavantes, almejas... Todo buenísimo.
Los bogavantes eran especialmente grandes, al igual que las nécoras, lo que nos hace suponer que ése fue su gran acierto, ya que los ingredientes habían soltado todo su sabor para que el arroz y el caldo se empaparan de éste.
Y así fue. Una vez hecho, el sabor debe estar en el arroz y no en el bogavante.
El caldo estaba ligeramente espeso, también en su punto. Teníamos que contener las ganas de mojar todo el pan. Y repetíamos, y repetíamos... Incluso bromeábamos con la posibilidad de pedir otra cazuela. Ganas no faltaron.

Fijaos por donde llega la marca del arroz...

Ah! El postre! Da igual, esa misma noche, en la cama, de lo que nos acordamos fue del delicioso arroz... y del pimentón.

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 5,5
- Cantidad: 7,5
- Calidad: 7,5
- Precio: 6,5

Valoración global: 7. Especialista en arroces (caldoso con bogavante buenísimo). Gran cantidad y calidad en el arroz. Visto lo visto, las raciones son totalmente prescindibles. Lugar algo sobrio (más cerca de tasca que de restaurante).