En esta ocasión los frailes nos
fuimos hasta la capital con motivo de la celebración de las finales del
campeonato de España de pelota, una de nuestras grandes aficiones, ¡que no todo
va a ser rezar! Este año participaba nuestro querido C.P.
Vallelado. Y aunque los resultados no acompañaron a nosotros no se nos pasó el
hambre.
En esta ocasión, de la mano de
otro apasionado de la gastronomía, fuimos a uno de los sitios más de moda de la
ciudad, “La huerta de Tudela”. Restaurante donde la verdura es la protagonista y
se trata al producto con un mimo y un gusto espectacular.
La afamada huerta Tudelana es la
despensa de donde se nutre la cocina de este restaurante, siempre trabajando
con productos de temporada y de alta calidad. Verdura de la de verdad, como la
de cualquiera de los huertos de nuestros conventos.
El restaurante está situado en la
Calle Prado nº 15 de Madrid, en pleno centro, justo entre la plaza Mayor y la
plaza Neptuno.
Es muy importante reservar ya
que suele estar siempre lleno y no dispone de un comedor excesivamente grande.
El servicio es muy atento y
profesional. Te aconsejan en todo momento, te explican cada plato al detalle,
están siempre pendientes del cliente y tienen detalles que hacen del restaurante
un lugar muy agradable y de trato cercano. Un ejemplo es poner un plato de
puré a una niña pequeña que no había pedido menú, pero que vieron que probó
del plato de sus padres y le gustó. Esas cosas se agradecen.
La carta es amplia, aunque
nosotros aconsejamos pedir alguno de los menús degustación. Con los menús degustación podrás
probar muchos platos variados y de alta calidad.
Nosotros nos decantamos por el
menú degustación de verduras; un menú de ocho platos y postre.
Antes de traer el primer plato te
dan a elegir entre los tipos de pan que trabajan. Centeno, de masa madre,
etc... Muy buen pan.
El primer plato es un puré de calabaza
amarilla con picatostes. No es uno de los platos más destacables pero es de una
textura cremosa y de un sabor agradable.
Puré de calabaza
amarilla con picatostes
Uno es una cebolleta confitada al Chardonnay y el otro son unos pimientos del cristal asados a la leña. La cebolleta es muy agradable en textura y la acompaña una salsa que no deja de pedir pan. Por su parte, los pimientos del cristal asados a la leña son unos pimientos con el toque justo de asado y con el sabor característico del ahumado que proviene de la leña.
Cebolleta y pimientos
Milhojas de patata confitada
Menestra de
invierno
Penca de acelga rellena de jamón ibérico
Corona de alcachofas fritas con foie-gras
Cómo siempre la compañía de la piparra hace el plato más “alegre”. Tandem perfecto.
Pochas de
Tudela
El postre nos es algo familiar. Una torrija de vainilla Bourbon con helado de vainilla de Madagascar y trufa de chocolate. Guarda cierta similitud con la torrija de nuestro querido Tatau, aunque no en los detalles. Aquí la acompañan un trufa (nada destacable) y la textura de la torrija es más hueca y con una presencia de leche mucho mayor. Estaba muy rica, pero es muy difícil superar la del Tatau.
Con esto se acabo una jornada entretenida que, a pesar de la derrota, nos dejó dos grandes cosas.
Una, ver lo bien que juega el pequeño del equipo y dos, nos pegamos una gran comida que demuestra que las verduras pueden ser protagonistas de un gran menú sin que el comensal eche de menos la carne ni el pescado.
Puntuación (1 a 10):
-Servicio: 9
-Cantidad: 8
-Calidad: 9
-Precio: 6
Valoración global: 8. Gran menú de huerta en un lugar agradable. Magnífico servicio y de una gran calidad. La fama, situación y la calidad
del lugar suben un poco los precios del menú (44€), que al principio sorprenden
ante la ausencia de carnes y pescados, pero que te dejan satisfecho tanto en
cantidad como en calidad. También disponen de establecimientos en Zaragoza y
Tudela.
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