viernes, 19 de agosto de 2011

Magia y mucha comida.

Siempre es bonito recordar las ciudades que visitabas cuando eras niño. Algunas de ellas dejan marca de una manera u otra.
Es el caso de Santiago de Compostela. Una ciudad mágica y encantadora. Tanto que, cuando piensas en sus calles, su comida, su catedral o sus gentes, te hace sentir eso que en Galicia llaman "morriña".
En mi recuerdo infantil tengo grabado la primera visita a esta ciudad donde nos metieron a comer en un pequeño restaurante de peregrinos llamado "Casa Manolo".
El restaurante tenía un comedor muy pequeño y en la entrada un mostrador donde se veía a Manolo (una persona amable y cautivadora) preparar la comida.
Las raciones eran inhumanas y desproporcionadas incluso para mí (que ya de pequeño era de buen saque).
Recuerdo raciones de caldo gallego que eran enormes cazuelas, costillares enteros o pollos asados. Todos los menús incluían un primer y segundo plato a elegir entre 10 o 12 platos (siempre los mismos), pan, bebida y postre, y si no recuerdo mal el precio rondaba las 625 pesetas.
Durante muchos años he estado pensado que quizás me impresionara tanto porque era un crío y que hoy por hoy, con lo buen fraile que soy, no me impresionaría tanto. Nada más lejos de la realidad.
El año pasado preparando una segunda visita a esta ciudad busqué información sobre otros sitios donde poder comer (aunque la visita a "Casa Manolo" era casi obligada) y me enteré que habían cambiado su ubicación. Seguía estando en pleno centro de Santiago, muy cerca del antiguo restaurante, pero en un local más grande, moderno y mejor decorado. Pensaba que ya no sería lo mismo, ni el precio, ni la cantidad y que, incluso, habían cambiado de dueño. Pero esa visita seguía siendo una cuestión personal.
Ahora, después de volver, si que estoy en condiciones de asegurar en este sermón que el precio sigue siendo muy razonable 8€ y que las cantidades siguen siendo muy grandes.
Recuerdo a un matrimonio francés haciendo fotos al filete y al lenguado porque no se creían su tamaño. El plato de pimientos de padrón es una bandeja entera y los platos de carne son enormes, por poner solo unos ejemplos.
Manolo sigue siendo el dueño y sigue igual de simpático que antes. A mi, personalmente, la calidad de la comida me sigue pareciendo buena (el caldo gallego está riquísimo) y más por ese precio y en esas cantidades.
Está claro que hay muchos sitios donde comer mejor comida tradicional gallega, pero no a estos precios, aunque también hay muchos sitios con precios similares, pero no con estas cantidades.
De todas maneras "Casa Manolo" es un excelente restaurante del menú del día, y yo se lo recomendaría a cualquier persona que visite esa mágica ciudad.

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 6
- Cantidad: 9
- Calidad: 7
- Precio: 8

Valoración global: 7. Grandes cantidades de comida en pleno centro de Santiago de Compostela a un precio muy asequible. El único problema es que no se puede reservar y que va muchísima gente, pero merece la pena esperar. Para nosotros visita obligada en la ciudad.

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