martes, 30 de agosto de 2011

Los sitios cambian, la mar no.

Una de las paradas de "Infierno y cuchara" ha sido Santoña. Pueblo turístico del cantábrico muy conocido por sus conservas, sobre todo la anchoa, donde aparte de su gastronomía puedes visitar los fuertes construidos aquí para impedir el acceso a la bahía por la posición estratégica del lugar.
En este pueblo se encuentra el asador "Casa Emilia", lugar que nos sorprendió mucho en la primera visita hace ya unos años y que algún año después comprobamos que no siempre quien tuvo, retuvo.

Esa primera vez fue una auténtica comilona: pescado a la brasa, carne a la brasa, ensalada, el jarro de vino acompañando a la ocasión... La segunda se vio un giro radical que estaba más enfocado al turismo, al dinero fácil, a meter cada vez a mas gente comiendo, quitando comodidades y calidad del servicio. La cantidad y calidad de la comida siguen siendo la misma, pero se come en peores condiciones y cada vez a un precio más elevado. El precio de nuestra primera visita fue de unos 22€ por persona y la última unos 35€.
Eso sí, comer, lo que es comer, se come bien.

A los pies de la playa y junto a la plaza de toros puedes ver un establecimiento más parecido a un gran chiringuito de playa que a un restaurante al uso. Es fácilmente reconocible por tener las brasas en la puerta y mucha gente esperando (se recomienda reservar o ir pronto, si no es así, te tocará esperar aunque normalmente va bastante rápido). En el restaurante nos encontramos con unas mesas bastante grandes, como de merendero, manteles y servilletas de papel, jarras de vino y de sangría y sobre todo gente por todos los lados en mesas corridas... Si los merenderos y las aglomeraciones de gente no te gustan desde luego que este no es un lugar para ti.

Su especialidad son las brasas y la mayoría de platos pasan por estos ardientes troncos. Las sardinas son impresionantes, un autentico manjar, y es obligatorio pedirlas si pasas por aquí. Éste es el plato más famoso y destacado del asador, por eso es tan solicitado por las decenas de personas que pasan por ahí. Las carnes también son muy buenas aunque el toque de las brasas siempre juega en favor de las carnes. De todas maneras es más bueno el pescado que las propias carnes. En nuestra primera visita sirvieron un rape de los que no se olvidan.
Una consideración importante es que mucho de los precios están puestos por kilos y no sabes lo que te cuesta hasta que no te llega la cuenta. Aún con esos precios es interesante pasar por allí, aunque sea solo a comerse una ración de sardinas y beberse un buen vaso de sangría.

También venden conservas de su propia marca, aunque personalmente creo que, en calidad/precio, son de las más caras de Santoña, y dando un paseo las encontrarás mucho más baratas e incluso de mayor calidad.
Aunque, claro, unas anchoas se Santoña, son unas anchoas de Santoña.

Puntuación (1 a 10):
- Servicio: 5
- Cantidad: 8
- Calidad: 7
- Precio: 4

Valoración global: 6. Sube mucho el nivel las brasas, las sardinas, la calidad de la comida y la ubicación al lado de la playa pero los precios cada vez son más elevados. El descuido en la calidad del servicio y en algunas ocasiones la excesiva aglomeración de gente hacen que este lugar vaya perdiendo puntos cada año que pasa.

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